viernes, 4 de septiembre de 2009

Información y conocimiento de las cuencas del país

Dámare Araya V.

¿Cómo curar el dolor de un paciente mudo, que no tiene la capacidad de indicarnos dónde le duele exactamente? Preguntando a un cercano, estudiante de medicina, me indicó que lo más lógico sería realizar un examen físico, buscar algún síntoma somático a simple vista, empezar a buscar las posibles causas de este, ver internamente si hay algún daño y empezar un tratamiento. ¿De qué dependerá el éxito del tratamiento? Del grado de conocimiento que se tenga del cuerpo humano, de la pericia del médico y del conocimiento específico que se tenga del paciente, ya que no todos reaccionan de la misma forma ante un tratamiento.

El éxito de un tratamiento en la salud humana requiere básicamente de lo mismo que cualquier otro problema: conocimiento, experiencia y criterio. ¿Está el país mejorando estos tres requisitos para solucionar los problemas de las cuencas? ¿Se está mejorando “la base de información y conocimiento sobre el manejo del agua” para una mejor toma de decisiones? ¿Se sabe qué se quiere proteger? ¿Se invierten recursos para generar esta información?

Como bien planteó Pilar Valenzuela durante una charla dada en el Taller de Manejo Integrado de Cuencas de la carrera, uno de los principales problemas de implementar la Estrategia de Gestión Integrada de Cuencas (EGIC) es la falta de información que se tiene del comportamiento y las funciones de las cuencas chilenas; vemos los síntomas ―pérdida de biodiversidad, escasez de agua, inundaciones, etc.― pero no se logra dar con las causas reales de estos y por ende, muchos de los tratamientos no son efectivos. Si bien se sabe cómo se comporta una cuenca en términos generales, y existen personas muy capaces y con vasta experiencia, la falla en nuestro país se encuentra en el tercer requisito: conocer el comportamiento del paciente; factor determinante para la toma de decisiones.

El esfuerzo que se hace por “solucionar” los problemas que se van presentando es bastante, en especial para la entidad gubernamental, que trabaja bajo la sombra de un Código de Aguas muy poco restrictivo y que mantiene conformes a la mayor parte de quienes poseen derechos de aprovechamiento. Lamentablemente las medidas que se van tomando de esta manera “parchan” los problemas que existen, más que solucionarlos definitivamente. Al no tener la información necesaria para tomar decisiones con sustento científico-técnico para mejorar de las condiciones de una cuenca, se intentará trabajar con experiencias similares, lo que ya implica que se está atendiendo un paciente pensando que reaccionará igual que otro, y a su vez, la opinión de terceros toma más peso, porque no existe manera de rebatir sus argumentos. Es decir, finalmente, queda casi a la suerte de la cuenca misma recuperarse, sólo le damos un empujoncito, si no resulta, se intentará otra cosa.

¿Hasta qué punto estamos dispuestos a que se experimenten soluciones en las cuencas de nuestro país?, considerando al agua como: bien público, limitada, imprescindible para nuestra economía y sus diversas actividades productivas ―mineras, agrícolas, forestales, hidroeléctricas― y vital para buena parte de la biodiversidad chilena; ¿Cuándo será un buen momento para invertir esfuerzos en conocer lo que se está interviniendo?

Si bien la EGIC plantea dentro de sus objetivos “Mejorar la base de información y conocimiento sobre el manejo del agua …[y]… de las relaciones y dinámicas de los ecosistemas”, se requieren recursos para lograrlo ―no menores si se desea hacerlo en el menor tiempo posible―, pero principalmente se requiere continuidad. Sin este factor será imposible alguna vez alcanzar el conocimiento necesario para tomar buenas decisiones en los conflictos de carácter hídrico, y lamentablemente, el financiamiento de propuestas como la EGIC dependen en gran medida de decisiones políticas, las que, según lo visto en nuestro país, son bastante inestables.

¿Cuándo será un buen momento para invertir esfuerzos? Si la gestión que se hace en las cuencas chilenas sigue estando esencialmente bajo decisiones políticas, ese momento llegará cuando el tema alcance niveles muy peligrosos, cuando los distintos actores se vean agobiados y obliguen a las autoridades a mirar el conflicto e invertir en investigación.

Pero no necesariamente se deben alcanzar niveles críticos (como es costumbre) para poder ver cambios, en instancias como las mesas de agua, propuestas por la EGIC, o algún símil, debiese plantearse siempre como tema prioritario la necesidad (o escasez) de estudios, antecedentes y análisis de las cuencas, que permitan a los actores involucrados: hacerse parte del cuidado, ser pertinentes, generar instancias de conversación con autoridades para comunicar necesidades y hacer valer la gobernabilidad de la que todos somos responsables; para así invertir, de manera conciente, dinero y energías en soluciones responsables e informadas, que sean, por sobre todo, sustentables para los usuarios y el medio ambiente.

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