lunes, 2 de noviembre de 2009

HidroAysén: pensar antes de actuar

Klaus Kremer R.

En estos días, casi todos deben saber, más o menos, de qué se trata el proyecto hidroeléctrico de la Patagonia, HidroAysén. Más aún, probablemente la mayor parte de nuestra Facultad estaría en contra de su realización, dado que saben las consecuencias que aquello traería, si no todas, al menos las más importantes.

También muchos saben que existen otras alternativas mucho más convenientes, como las energías renovables no convencionales. Según la IPCC (Panel intergubernamental sobre cambio climático), para el año 2050, la mitad de la demanda de energía primaria podría ser cubierta por fuentes de energía renovable, donde las energías solar, oceánica, geotérmica y biomasa tendrían la mayor participación.

A pesar de todo, algunos seguirán diciendo que por sobre el impacto ambiental que el proyecto pueda tener, están las necesidades (urgentes) del país. Necesidades de índole económica, principalmente. Y es algo totalmente válido, si pensamos que nuestra vida depende de la economía. De obtener, a partir de ella, las necesidades básicas para sobrevivir, e incluso de obtener ciertos elementos que nos permitan alcanzar metas más allá de la supervivencia, vale decir, metas que otorguen una realización y un bienestar espiritual, para ser felices.

Hasta aquí, estamos bien. Debemos producir la energía que haga esto posible. Pero ¿cuánta energía se necesita? Para ello, deberíamos hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuáles son realmente nuestras necesidades? ¿Tienen estas un límite? ¿O debemos continuar como hasta hoy en día, buscando casi caprichosamente una satisfacción inalcanzable?

Las necesidades materiales y espirituales se sustentan en los recursos naturales, los cuales son, y siempre serán limitados. Por lo tanto, resulta lógico el hecho de que nuestras necesidades, a pesar de ser grandes, deben tener un límite. De lo contrario, estaríamos aceptando el colapso del planeta, lo cual, por lo menos por ahora, no tiene sentido. Además, si seguimos el camino de la satisfacción ilimitada de necesidades, posiblemente estaremos muy cómodos, pero no por ello más felices.

Entonces, el problema consiste en identificar de qué cosas precisamos realmente, y de cuáles no, y de acuerdo a eso, establecer un límite, para lo cual podemos tomar referencias. Por ejemplo, es evidente que en Estados Unidos, donde el consumo de energía eléctrica es un cuarto de la producción mundial, hay necesidades que sobrepasan los límites razonables.

Por lo tanto, antes de desesperarse pensando en cómo obtener energía, habría que preguntarse para qué la necesitamos, y si realmente la necesitamos, ya que podría ser que al asumir la obviedad de una mayor necesidad energética estuviéramos cayendo en el mismo error que varios grandes países desarrollados. Ni siquiera estamos presenciando un aumento muy marcado de la población, como para necesitar energía con tanta urgencia.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

# dijo:

Primero hay que preguntarse quienes demandan energia... claramente no es la poblacion, digamos el grueso de la poblacion. La demanda por energia cada vez mayor la realiza en mayor medida los sectores industriales, en su mayoria privados y transnacionales. Entonces el analisis se limita a la que las necesidades energeticas ha cubrir responden solo a la necesidad de la industria por producir mas y mas, conforme lo solicite el mercado. En este juego, el grueso de la poblacion no tiene nada que pensar, ni discutir ni demandar. La produccion de energia en Chile es y será en Chile un tema de privados. Mientras el Estado no regule la situacion, el detrimento de los recursos naturales dependerá siempre y significativamente de los privados y las reglas dell modelo económico imperante. Y la gente, la gente que se joda.-

Ervin dijo...

Muy buena nota, que analiza el porque del problema del problema energético del país y si analizamos más en profundidad nos daremos cuenta que estos proyectos solo favorecen a los que tienen más, utilizando los recursos que deberían ser de todos los Chilenos, así por ejemplo las grandes transnacionales son dueñas de más del 90% de los derechos de Agua del país obtenidas de una manera fraudulenta y después los ciudadanos tenemos que pagar por los "servicios" que nos ofrecen, todo esto amparado por el estado que debería ser quien proteja nuestros derechos, pero al final los ricos que hacen cada vez más ricos, mientras vemos como los recursos, como alguien dijo por ahí, no son inagotables, son explotados sin ningún escrúpulo para el beneficio de unos pocos.